Este monumento funerario se proyecta sobre un pedestal rectangular de sobrio cajeado de orden dórico, el cual ostenta epigrafía funeraria alusiva a un epitafio.
Sobre la estructura arquitectónica se proyecta un excelente trabajo escultórico; el cual muestra a un ángel pleurante o doliente que porta una corona de laureles y pensamientos. Su mano izquierda la lleva a su frente como símbolo de dolor.
Es de excelente calidad el acabado y labrado de los drapeados y composición de las alas plegadas del ángel, así como el cuidado anatómico que se realiza en la posición de genuflexión, sin embargo, el rostro del ángel no concuerda con las características de la obra Montoya, por ello la atribución a los alumnos de dicha escuela.
La corona que porta el ángel muestra un excelente y elocuente trabajo de filigrana en los laureles y motivos florales, manifestando con ello secuencia en el movimiento y caída del componente.