Esta escultura se proyecta sobre una composición arquitectónica establecida dentro de la tipología de ángeles sobre pórticos. Se trata de un pedestal próstilo de columnas compuestas de fuste estriado; al interior se ubica una placa de mármol labrado en relieve con cruz y palma así como la correspondiente epigrafía funeraria del yacente.

Montoya proyectó sobre el cornisamento una peana piramidal cajeada sobre la que se ancla la escultura de un ángel con gesto doliente, el cual porta en sus manos una cruz y una guirnalda de laureles entrelazada, símbolo de victoria ante la muerte, recompensa por su fe en Cristo a través de su pasión, muerte y resurrección.