El sacerdote Sixto Jesús Antonio Ocaña Granados, de prominente intelecto y de gran formación académica matemática, alcanzó el nombramiento de primer matemático en Durango, y fue formado en el ramo de la teología dogmática, alumno en el antiguo Seminario Conciliar Tridentino, habiendo sido uno de sus maestros el canónigo y deán Don José de Jesús Contreras.

Le fue dedicado este monumento funerario por su familia, propio y digno de su vocación. Se trata de un ángel que manifiesta al frente el emblema más importante del cristianismo: “la cruz”. Esta es elocuente con su epitafio.

El ángel manifiesta silencio, símbolo característico del sigilo de confesión del sacerdocio profesado por el presbítero Jesús Ocaña.