De acuerdo con uno de los biógrafos de Benigno Montoya, Rutilio Martínez, Benigno Montoya se trasladó a San Luis Potosí donde tuvo una visita al antiguo Panteón del Saucito.

Este recinto sirvió de inspiración para replicar y componer algunas obras escultóricas tomando morfologías alusivas al alma.

En esta obra se proyecta un túmulo de dos cuerpos decorado con ornamentación vegetal y una peana en la parte superior. En lo más alto aparece una escultura exenta de un ánima que renace a la vida eterna y lleva sus manos juntas a sus mejillas; representación del sueño eterno. El ánima porta alas que en la iconografía funeraria representan la ascensión al cielo.