Monumento funerario realizado para Hilda Yolanda Ortiz en agosto de 1932.

Se trata de un obelisco que alude en sus cuatro dimensiones de forma piramidal a los cuatro puntos cardinales o cuatro elementos naturales: aire, fuego, agua, tierra. El obelisco se refiere en su composición geométrica a la perfección y al equilibrio.

Se conforma sobre un pedestal cajeado de cornisa curvilínea ornamentada por frondosas guirnaldas de pensamientos y rosas.

La cara frontal del obelisco proyecta el relieve de una corona de laureles que enmarca el nombre de la yacente “Hilda Yolanda Ortiz”.

En la base se esculpen diferentes motivos ornamentales de iconografía egipcia entre los que destaca la esfinge; simbolismo del guardián de la necrópolis. Un espejo a través de dos esculturas de un rostro invertido que representan la dualidad vida y muerte. Una serpiente que se devora a sí misma, simboliza una hierofanía de lo sagrado natural, no espiritual sino material. La rama de olivo evoca a la acacia, almendro, roble, ciprés y olivo; supone la comunicación con los tres niveles del cosmos.