Los grandes teólogos de la Iglesia Latina como Pseudo Dionisio y Santo Tomás de Aquino, establecieron las características teológicas y estructura jerárquica de los tronos, querubines y serafines, virtudes potestades y dominaciones, principados, ángeles y arcángeles cantando y alabando a Dios Trino.
Los coros más cercanos a Dios son los llamados tronos, querubines y serafines; este último corresponde a la morfología compositiva desarrollada por Montoya en este monumento funerario en el memorial de Juan N. Contreras.
El serafín simboliza el renacimiento del alma en la vida eterna muy cerca de Dios, el alma del yacente se ha transformado en un serafín que iconográficamente aparece sobre el montículo de piedras; símbolo de la resurrección del alma, lleva en su mano la cruz, representación del compartir con Cristo su pasión, muerte y resurrección.
Juan N. Contreras falleció de 68 años de edad por su condición física, sin embargo, circulan alrededor de su sepulcro diferentes anécdotas y leyendas alusivas al amor; debido a la semejanza del ángel con el dios Eros o Cupido, se han creado historias que incluso atribuyen la muerte de un infante para el que Montoya hizo este sepulcro.